Las personas que ejercen profesiones "de ayuda" o que se dedican a cuidar a los demás, como profesionales de la salud, del ámbito residencial o cuidadores formales, están expuestos a situaciones que en muchas ocasiones pueden generar una gran frustración, así como un importante desgaste físico y psicológico y un alto impacto emocional.
Además de formarse para adquirir los conocimientos necesarios para ejercer de forma rigurosa su profesión, en la actualidad muchos estudios indican que contar con recursos personales, herramientas y espacios de autocuidado puede favorecer la prevención del burnout y el desgaste por empatía. Algunos factores que pueden ayudar a reducir las posibilidades de sufrir estos síndromes son el desarrollo de la autoconciencia (atención plena o mindfulness) y de una actitud amorosa hacia uno mismo y hacia su entorno (actitud compasiva). De esta forma, se favorece una mayor capacidad para implicarse con los usuarios y se reduce el riesgo de sufrir estrés.
La actitud de los profesionales que se enfrentan a situaciones de impacto puede modular la calidad de la atención que ofrecen. La asistencia a talleres (formación y supervisión) de forma continuada favorece la modulación del estrés y de las propias emociones, permitiendo atender de forma más eficaz al usuario y promoviendo el autocuidado del profesional.
Además, la circulación de cuidados dentro del equipo y el apoyo mutuo entre sus integrantes también favorece la conciencia en las interacciones (relación con pacientes y familiares, entre los miembros del equipo y/o con las instituciones) aumenta el sentimiento de pertenencia y expresión de la cohesión grupal.